La Inversión Responsable se vuelve ineludible, incluso en Chile

Columna de Fanny Tora, Responsable de mercados América Latina de Vigeo

La integración de la Sustentabilidad avanza dentro de las empresas chilenas. Aparece cada vez más claro que la calificación en sustentabilidad, que propone otra mirada sobre las empresas, es un indicador valioso para los inversionistas también.

En Estados Unidos y en Europa, cada día más inversionistas y administradores de fondos complementan sus prácticas clásicas de selección de títulos, basadas en la evaluación de la relación capital – rendimiento, con una evaluación extra financiera. De esta forma, identifican a las empresas cuyo modelo económico es sustentable y portador de perspectivas de crecimiento y de rendimiento a largo plazo. Estas Inversiones Responsables (IR) representan hoy US$ 21 millones de millones de activos bajo gestión en el mundo. Existen varios tipos de IR, y cada actor desarrolla habilidades técnicas innovadoras para captar los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo que le permiten esperar desempeños combinando rendimiento financiero y sustentabilidad.

Estos actores están mirando hacia Sudamérica y Chile. Solicitan a Vigeo calificaciones en sustentabilidad de las empresas locales. Es cierto que aún queda mucho por hacer por parte de las empresas en este ámbito, y cada día más dirigentes entienden la importancia de hacer visibles y entendibles sus compromisos hacia la sustentabilidad. A través de reportes detallados, con indicadores medibles, tienen que demostrar como la empresa conjuga la realización de sus metas financieras con sus impactos ambientales, sus relaciones con los empleados, clientes, proveedores, comunidades, y con sus otros grupos de interés, incluyendo sus accionistas y accionistas minoritarios. El papel del regulador en acompañar este desarrollo es clave. La norma 385 emitida en Junio del 2015 por la Superintendencia de Valores y Seguros de Chile busca justamente mejorar la información que entregan las sociedades anónimas abiertas en materias de gobierno corporativo, responsabilidad social y desarrollo sostenible, entre otros aspectos.

Exceptuando el caso de Brasil, los inversionistas en Sudamérica aparecen poco involucrados en  las prácticas de IR. No obstante, algunos avances revelan el interés de las instituciones y de los actores financieros en este tema. A modo de ejemplo, cabe destacar la firma del Protocolo Verde entre el gobierno colombiano  y trece instituciones financieras de Colombia, y la implementación de un Sistema de Análisis de Riesgos Ambientales y Sociales por parte de la Superintendencia Bancaria de Perú. En Chile, la Superintendencia de Pensiones esta dando señales de apoyo al desarrollo de inversiones IR.

Un avance significativo a nivel regional fue la creación del LatinSIF (Sustainable Investment Forum), para completar el mapa mundial que cuenta ya con SIFs en las grandes regiones del mundo (USSIF, EuroSIF, entre los más grandes). El LatinSIF busca reunir inversionistas y actores de mercado que quieren promover las Inversiones Responsables.

Otra iniciativa regional de interés es ALAS20, Agenda Líderes Sustentables 2020. A través de un proceso anual de reconocimiento de empresas sustentables e inversionistas responsables, de iniciativas de networking, y de capacitaciones técnicas, ALAS20 busca generar diálogo y convergencia entre las empresas y los actores del mercado financiero sobre los temas Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo, en Chile, Peru y Colombia.

Los factores de desarrollo de IR son distintos según los países. Dependen de cada cultura, estructura de gobierno, mercado y sociedad. Dentro de estos factores se pueden destacar algunos que posiblemente podrían jugar un rol importante en el contexto chileno: el involucramiento de las AFP como primeros actores de IR, el incentivo por parte del Estado para estas prácticas, la difusión de las prácticas de IR de los grupos financieros internacionales a sus filiales chilenas, la presión de las organizaciones sindicales, de las ONG y de las comunidades, y por supuesto, el estímulo y la sensibilización generados por iniciativas de mercado como ALAS20.