«Es probable que los bancos nacionales ofrezcan al sector energético condiciones más restrictivas y selectivas, considerando las posibles implicancias que los bajos precios de adjudicación de la última licitación pueden provocar en los niveles de solvencia y flujos de caja esperados»
Las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) llegaron a Chile para quedarse. Tras muchos años de discusión acerca de su factibilidad, hoy son una realidad patente en el país que terminó por consolidarse con el auge de proyectos de esta naturaleza presentados, y adjudicados, en la última licitación eléctrica.
Un auge, por lo demás, que no se ha visto afectado por el deprimido acontecer económico chileno; por el contrario, las ERNC han sido el eco de la clara tendencia alcista en términos de desarrollo y participación que ha mostrado el sector energético.
Lo anterior se ha visto reflejado en el interés de los inversionistas por participar en las licitaciones impulsadas por el Gobierno, quienes incluso estuvieron dispuestos a sacrificar gran parte de sus márgenes con tal de aumentar sus oportunidades de adjudicarse un proyecto, situación muy distinta a la observada en procesos anteriores. De hecho, en la licitación de 2014 se presentaron 18 sociedades, mientras que en 2015 esta cifra alcanzó las 38 ofertas, número que subió hasta los 84 participantes durante el último proceso, un máximo histórico.
Este fenómeno ha impactado directamente la participación de las ERNC sobre el total de la generación de electricidad en Chile. Según estadísticas publicadas por la Comisión Nacional de Energía (CNE) en sus reportes mensuales, su influencia registró un alza del 13,46% considerando el SIC y el SING a julio de 2016, respecto a igual mes de 2015, muy por encima del incremento de 1,17% que anotó el nivel de generación global entre ambos periodos.
Toda esta positiva evolución no debe perder de vista, en todo caso, que la estrategia de la autoridad de fomentar la competencia y remecer el mercado con precios históricos, indujo el ingreso de proyectos que están en una fase muy incipiente de desarrollo y que no contemplan una estructura de financiamiento concreta. Es más, un alto porcentaje de las ofertas que participaron en la última subasta no han sido financiadas, lo que exige realizar un constante monitoreo de sus estados de avance, de tal forma que se pueda estimar la probabilidad de incumplimiento de los contratos adjudicados, asociados a posibles riesgos de retraso en la construcción y consiguiente etapa de suministro.
Además, en lo relativo a la obtención de financiamiento, es probable que los bancos nacionales ofrezcan al sector energético condiciones más restrictivas y selectivas, considerando las posibles implicancias que los bajos precios de adjudicación de la última licitación pueden provocar en los niveles de solvencia y flujos de caja esperados. En todo caso, varias de las sociedades ganadoras ya se habían adjudicado proyectos en procesos previos, mejorando su razón de contratación y eliminando la incertidumbre en sus niveles de generación de flujos de caja.
Por otro lado, si bien están ingresando más actores al mercado, la autoridad ha intentado controlar los riesgos que esto puede propiciar mediante exigencias como la emisión de boletas de garantía que respalden la seriedad de la propuesta, y la obtención (y mantención) de un rating mínimo de solvencia (BB+) de la sociedad ofertante durante toda la duración de los contratos adjudicados.
Estos y otros puntos imponen varios retos al desarrollo de las ERNC en Chile. No obstante, las perspectivas se visualizan buenas y a la larga debiesen impactar positivamente en los consumidores finales. Las modificaciones que se esperan en el sistema de transmisión, la flexibilidad que muestran los procesos y los cambios en el marco regulatorio son variables que propician el ingreso de nuevos competidores ERNC con estrategias más agresivas, tendencia que, de continuar en el futuro, probablemente llevará a precios inferiores a los registrados hasta el momento.
Fuente: El Mostrador