El valor agregado de la Eficiencia Energética

Artículo de Jorge Martínez, consultor senior de Pipartner Group, publicado en Revista Riego y Drenaje N.19 (AGRYD)

Mucho se ha hablado respecto de la Eficiencia Energética, desde su aparición como una variable de importancia dentro de la agroindustria nacional. Sin embargo, la pregunta a realizar es como ésta ha sido incorporada y cuáles han sido los beneficios reales que ella entrega dentro de un proceso productivo agroindustrial.

Varias de las respuestas se encuentran asociadas a los casos de éxito -y a los que no lo han sido tanto-, donde muchos frutos se han visto reflejados dentro de las empresas, pero más allá del gran apoyo de una tecnología, ¿sabemos realmente cómo la utilizamos? Si nos planteamos esta interrogante, lo más probable es que muchos digan no; esto se debe a que generalmente no existe una conciencia respecto del monitoreo y seguimiento de los sistemas, así como de los procesos en términos del uso de nuestros recursos energéticos.

A nivel internacional está comprobado que la mejor forma de hacer exitoso un proyecto corporativo o industrial de eficiencia energética es a través de la metodología que nos plantean los Sistemas de Gestión Energética (SGE), cuya base está en el conocimiento del uso de la energía en nuestras organizaciones y el seguimiento del desempeño energético de forma continua.

Personalmente, muchas veces me ha tocado ver procesos donde la presión de incorporar tecnologías más eficientes aparenta ser más simple y efectivo que conocer el uso de mi energía, lo que puede llevar a errores. De hecho, he comprobado que con el sólo hecho de hacer mejoras operacionales, que incluya una planificación del proceso y un trabajo cultural con los trabajadores, hace que de forma sencilla y con presupuestos mesurados se puedan lograr ahorros, los que posteriormente son aumentados con la incorporación de nuevas tecnologías. Esto es válido también para la incorporación de energías renovables, donde se recomienda primero optimizar el proceso y posteriormente incorporar la fuente renovable; esta lógica permitirá implementar un proyecto adecuado a mi realidad y no tener que comprar un proyecto que probablemente esté muy sobredimensionado.

Como reflexión final, debo decir que al incorporar los conceptos del SGE, se puede aplicar a cualquier sistema o proceso, el que puede ir desde el uso de tractores o sistemas de bombeos, a una planta conservera. No obstante, se debe tener en claro que dicho beneficio sólo puede ser cuantificado mediante datos confiables y levantados en un período representativo; de lo contrario, sólo tendremos cálculos de líneas bases excesivos que repercutirán en volúmenes no reales de ahorros, los que -una vez que veamos los resultados- se verá que su amortización no es muy superior a la planteada originalmente.

Fuente: Revista Riego y Drenaje N19, pp. 21, Agryd