Columna: El futuro de la energía en Chile

Por Felipe Encinas* 

Este fue el título del último seminario de vinculación con la política pública, organizado desde la Dirección de Investigación y Postgrado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos UC, la Comisión Desafíos del Futuro del Senado de Chile, CEDEUS y el Centro UC de Innovación en Madera. No queda dudas de la relevancia del tema a nivel nacional y de su particular contingencia. Más aún cuando su chair, el profesor de la Escuela de Arquitectura UC y subdirector de CEDEUS, Waldo Bustamante, convocó a la discusión bajo las interrogantes: ¿qué nos falta? y ¿hacia dónde vamos? En otras palabras, a elaborar un diagnóstico y proponer perspectivas en materia energética, para lo cual nos acompañaron destacados representantes y expertos del Gobierno, industria y sociedad civil.

Quizás una de las características más singulares del debate en este seminario fue un cierto tono de consenso entre las distintas visiones, muy distinto de lo que sucedía en instancias similares algunos años atrás. El profesor Hugh Rudnick, de la Facultad de Ingeniería UC, identificó esta situación en un momento muy preciso: hacia el año 2013 el sector estaba en una evidente crisis, con una energía “cara, sucia e insegura” y con una clara falta de liderazgo estratégico por parte del Estado. La propuesta de la denominada Política Energética 2050 –que convocó a diversos actores para avanzar en la definición de un proyecto país a largo plazo– claramente nos dejó en un 2016 que permite mirar con optimismo hacia el futuro. Esto, ejemplificado en la última licitación de suministro eléctrico para clientes regulados (adjudicación dada a conocer el 17 de agosto, justamente el día anterior a la realización de este seminario), que presentó un valor mínimo histórico de US$47.594 por MWh (65% menos en comparación con el año 2013).

Sin embargo, en un futuro donde utilizaremos mucho más la electricidad en desmedro de otros combustibles –tal como lo describió Claudio Seebach, vicepresidente ejecutivo de las Generadoras de Chile– son muchos los desafíos que quedan pendientes. Uno de los más inmediatos pasa por aumentar nuestras expectativas para la participación de energías renovables no convencionales (ERNC) en nuestra matriz energética. De acuerdo a Sara Larraín, directora del Programa Chile Sustentable, urge pasar a una meta del 40% hacia el año 2030, puesto que la obligación de aumentar a 20% de ERNC al 2024, ya fue alcanzada en esta última licitación. El profesor Roberto Román de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, fue incluso más allá, proponiendo como meta alcanzar el 100% de la matriz en base a energías renovables, lo cual sería perfectamente factible mejorando la transmisión y dejando la generación termoeléctrica a un nivel mínimo como respaldo flexible (y sólo en base a gas natural licuado).

Finalmente, la posibilidad de gestionar la demanda a través de redes inteligentes –en palabras de Nicola Borregaard, coordinadora de la División de Desarrollo Sustentable del Ministerio de Energía– apareció como otro de los grandes desafíos (y en los que probablemente estemos más atrasados en comparación con países desarrollados). Este gran potencial de “energía ciudadana” –en el concepto expuesto por Raúl Sohr, analista internacional– aparece hoy como una necesidad, toda vez que si bien han aparecido algunas iniciativas (como la ley del “Net Billing”), no han sido capaces de eliminar totalmente las distorsiones del mercado o de integrar efectivamente a la ciudadanía en la manera en que se debería gestionar la energía en el siglo XXI. Sin lugar a dudas, requerirá un esfuerzo legislativo extra que permita avanzar efectivamente en esta generación distribuida. Esto cobra más sentido aún toda vez que este seminario –realizado en el seno del Senado de Chile– nos invita a colaborar en la discusión para la formulación de políticas públicas más transparentes, inclusivas y participativas.

* Investigador de Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), profesor de la Escuela de Arquitectura UC y director de Investigación y Postgrado FADEU.

Fuente: Plataforma Urbana